Dieeers !!!! Dieerrrssss!!!

Dierss !, Dieeeersss!!!!! Diersssss!!!

Recuerdo aún cuando los diarieros iban por el barrio.
Casa por casa dejando a cada vecino el periódico de su preferencia.
Se pagaba por semana o, si había “confianza”, por mes. Por mes vencido !!

Por Olazábal pasaba Ramiro.

Era todo un personaje, tenía tantos años como “boliches”, parecía un jugador de fútbol retirado, un “Pintos Saldaña” del periodismo.
Ramiro te llevaba el diario de la mañana a eso de las 3 ó 4 de la tarde. Llegaba.

Aunque pensaras que “esta vez sí, me quedo sin el diario”, que pesaría mas la undécima copa que tu lectura, él con esas “cuántas de mas arriba” se acercaba a tu puerta ( antes lo habías oído : Dieeers !!, Dieeers !! ) y con un lenguaje que a esa hora parecía mas de “Murmullos” ( el de Dick Tracy ) , te decía : “ ¿ qué tal gabrielito ? “ y te dejaba El País.

Inclinado por el peso del periodismo y los años, cargaba aún los diarios que debía vender y “rumbeaba” hacia Garzón. ¿ O hacia “el Alonso” ?

Dieeerrssss!! , Dieeers !! Se lo oía alejarse por Ariel.

Ramiro, si me estás leyendo, no te olvides, dejame “El País”.

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Pero antes mi padre compraba el diario todos los días, no solo los fines de semana. Eran épocas de dos diarios, uno de la mañana y otro de la tarde-noche.
Recuerdo que cuando vivíamos en Martín Ximeno, llevaba todas las noches – al regreso del banco – “Acción” y “El Diario” de la noche.
Acción era el diario de Jorge Batlle. ¿ Qué diría Jorge en aquellos años ?

De “El Diario” leía algunos titulares y me iba directo a “El Fantasma”. No existían aún ni Indiana Jones ni Star Wars y sin embargo nos divertíamos con las ingenuas tiras de “Don Fulgencio”, “ El otro yo del Dr Merengue”, “Benitín y Eneas” y “Fúlmine”. Había otra tira, creo que era de Divito, tenía dos mujeres gordas……puede ser “Rosa” o “Doña Rosa”, no sé , no me acuerdo bien.
Alguien me puede ayudar ?

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Algo que siempre me maravilló fue el “plegado-doblado” que hacían los diarieros de barrio para poder arrojar el periódico a distancia a las casas con jardín.
Recuerdo que muchas veces probé hasta dar con algo muy parecido a como lo hacían los profesionales, era mitad juego, mitad desentrañar cosas que luego formarían parte de mi profesión.
El “revoleo” ya era otra cosa, donde ponían el ojo, ponían el diario. Nunca caían fuera de lugar.
Tampoco nadie entraba a tu casa a robarse el diario.

El super, los precios del diario y nuestra comodidad, terminaron matando a los diarieros de barrio.
¿ Por tu calle quien «pasaba» ?

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