El toque de la campana anunciaba la llegada del recreo y el “ahora pueden salir en orden” nos daba el ok para salir al patio.
Si el día estaba lindo salíamos afuera, algunos organizaban un partido de voleibol en el patio grande, otros jugaban al manchado en el fondo, pero la mayoría nos juntábamos cerca del bebedero a comer nuestras meriendas, a cambiar figuritas y a hablar de cosas nuestras.
Delante a la entrada del patio interno se formaba una larga fila de niños y niñas para comprar “un pancito por dos pesos”, otros se subían al cuadrado de cemento atrás del baño para comprar una malta mientras los de quinto recorrían la escuela con la lata de galletitas dulces a un peso cada una.
Cerca de fin de año cuándo el calor empezaba a apretar nuestro punto preferido era la sombra de los olivos, donde las niñas jugaban a la rayuela y los varones a la tapadita.
Si llovía, el recreo se realizaba en el patio interno donde estábamos todos apretados y el ruido de las conversaciones y las campanillas enloquecidas de las maestras de turno creaban una atmósfera de otro mundo.
La claraboya vieja como la escuela dejaba pasar las goteras y por todo el patio encontrábamos baldes y tachos para recoger el agua que caìa desde el techo.
Cuando faltaba poco para terminar el recreo algunos de nosotros nos poníamos cerquita de la dirección esperando que saliera la directora y eligiera uno de nosotros para tocar el timbre. Nos ofrecíamos levantando la mano y en silencio como le gustaba a ella y con un dedo indicaba el afortunado que haciéndose espacio entre la multitud llegaba hasta el timbre y apoyaba el dedo delicadamente haciéndolo sonar por varios segundos.
Los últimos gritos venían sofocados por las campanilladas de las maestras y sus propios gritos invitándonos a meternos en fila, así volvíamos a las clases, uno atrás del otro con las moñas sueltas y las túnicas semiabiertas, prontos a re tomar las lecciones y esperando con ansias el día siguiente para volver a salir al recreo…
Fernando Manzoni
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Yo tuve a Nilda en 4°…..fue genial!! Y fue la que impulsó a mi madre a que me llevara a estudiar dibujo! Que ayudó a crear la base de mi posterior carrera profesional…
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By: gabriel on 28 febrero 2019
at 8:35 pm
Hola a todos, yo tambien recuerdo como saltábamos a la cuerda bajos los olivos y muchas veces con los compañeros varones que tenían más puntería que las niñas, jugabamos guerra con la olivas negras que manchaban la túnica y nuestras madres rezongaban, tambien lo hacían las maestras, recuerdo a la buenaza de Nilda Pelufo de 4° y Ana María de 6° (no recuerdo el apellido), Isolina de 5°, la rezongona doña Gladys de 3° curso. En invierno cuando hacía mucho frío hacíamos cola para tomar una taza de leche caliente que se nos ofrecía gratuitamente y al que no llevaba merienda le daban un pancito. Que años de generosidad magnífica en mi escuelita 110.
Saludos de Bélgica / Diana
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By: Diana on 28 febrero 2019
at 8:20 pm
Lo publiqué antes de finalizarlo: el paso «tecnológico» al timbre fue todo un progreso; ya no sería necesaria la maratón de un alumno para llegar a todos los patios, el sonido eléctrico – casi diría, poco pasional, si lo comparamos con la campanilla – llegaba al unísono a cada rincón de la escuela…
Sigo divirtiéndome internamente recordando estos detalles…..gracias Fernando por traer todo esto a nuestra mente…..escondido estaba en nuestro corazón….
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By: gabriel on 29 mayo 2018
at 7:50 pm
Quiero agregar algo al estupendo texto de Fernando, yo viví la época pre-timbre….cuando un alumno ( también elegido por la directora ) corría por los patios agitando la «campanilla» que era el disparo de largada del recreo….las clases mas alejadas, tenían algunos segundos de retraso pues el «campanillero» debía llegar hasta ellas y creo, sin temor a exagerar, que tenían mas importancia que las diferencias en los segundos de Fórmula 1……perder esos segundos, que otra clase saliera antes era como tener una mala posición en la largada…..lo pienso y me río, pero sí que de chicos pensábamos en esas cosas….
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By: gabriel on 29 mayo 2018
at 7:46 pm
Evidentemente, por las fechas que das, tu familia fue compañera de la mía – madre, padre, tíos….- que también asistieron a la República de Honduras! Gracias Luicho por tu comentario.
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By: gabriel on 27 mayo 2018
at 9:04 pm
Hola Gabriel, siempre enriqueciéndonos con noticias del barrio. Te cuento que la vieja escuela de Honduras , me trae recuerdos de mi madre y de mis tios que fueron alumnos en las décadas del 20 y del 30, allí aprendieron muchos de los valores que nos trasmitieron a nosotros. Por eso un agradecimento eterno a esa institución señera del querido barrio que supo formar tantas personas de bien. Un abrazo y como siempre, que nunca falte. El luicho
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By: Luis Lappado on 26 mayo 2018
at 3:11 pm