El último jueves y viernes antes de las vacaciones de julio, a la salida del liceo, encontrábamos en la puerta un par de muchachos del cine Sayago distribuyendo los bonos.Siendo dos semanas, el bono de julio era exageradamente largo y las matineé que empezaban el mismo sábado, constaban de tres películas una atras de la otra por pocos pesos. Nos amontonábamos alrededor de los jóvenes para pedir un bono y después entre nosotros mismos para ver las películas que pasarían.
“Mirá, el miércoles dan Rocky, el viernes Tiburón, está el Exorcista”.
Así pasábamos las vacaciones de julio, había películas para elegir cuantas quisiéramos y enel hall del cine se formaban largas colas para retirar las entradas, sobretodo las noches que daban obras famosas. Una vez adentro, el “relajo” era asegurado, gritos, pies que pegaban contra el parquet o chumbitos que hacían vibrar la pantalla. Hasta la limpiadora, una señora bajita y de pelo blanco o el “coquito” venían a ver lo que pasaba asomándose por detrás de las gruesas cortinas del ingreso. Cada vez que Vicente, el dueño del cine, pasaba por el pasillo, alguien desde la oscuridad le gritaba alguna cosa no muy bonita y muchas veces terminaban prendiendo las luces y parando la película para meter orden en la sala.
Quién de nosotros no habrá visto las tres horas de película de los Diez Mandamientos o se habrá “chupado” Siete hermanos para siete novias en espera de poder ver la tercera película que estaba buena ? Tarzán el hombre mono, Furia de titanes, Juntos son dinamita, el bebé de Rosemary, Rocky, estos alguno de los títulos de aquellas matineé que llenaban nuestras vacaciones y nos alegraban la vida.
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