Años después de la muerte de Delmira – 6 de julio de 1914 – la familia Agustini vendió la finca de Sayago a Don Antonio M. Trabal, quien quedó como custodio de algunas pertenencias familiares.
En la habitación de Delmira se conservaron en depósito, el ropero, la cómoda, las messitas de luz del dormitorio. Libros, cartas, manuscritos, la inmensa muñeca de losa, un canario embalsamado guardado dentro de un cofre, los cuadros pintados por la Nena. Los zapatos y el traje de novia de raso recubierto de encaje de Bruselas…
Una mata de cabello rubio oscuro manchado de sangre, la sangre de su muerte. Daniel Viglietti que vivió de niño en esa casa, retiene un regusto extraño de esos recuerdos en que se mezcla la fidelidad, la veneración, la intuición infantil de un artista sensible a las vibraciones del misterio. Parece haber dialogado mucho con las voces y los silencios que hanb quedado adheridos a las paredes de esa casa que hoy están demoliendo y que no ha querido hacer esta nota porque dijo «estaba demasiado implicado».
Sí, es cierto, creo que la casa quedó embrujada.
Requiem para Villa María
En 1955 los propietarios adquirieron la finca a don Antonio Trabal. Éste, en 1955 había regalado los muebles de caoba, los baúles y pertenencias de Delmira a la profesora América Moro, quien generosamente donó las piezas de su valuosísimo archivo al Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios que dirigía entonces el profesor Roberto Ibáñez.
La familia adquiriente instaló en la ex-casa de Delmira, una tienda. «Nunca quisimos poner nombre«, se llamaba «Tienda Ariel y Garzón» nos dice uno de los interlocutores.
A partir de 1965 construyeron sobre Ariel un salón para el negocio y la casa quedó destinada exclusivamente para habitación la familia hasta hace un mes y medio.
Desde el momento de la compra, estaba previsto que los puevos propietarios debían acatar el retiro de 2 ms que regía sobre Garzón. Antes tuvieron que descuajar el ombú bajo cuaya sombra se sentaban a almorzar en verano Delmira y su amiga María Eugenia Vaz Ferreira.
Molestaba la visual de los vecinos. Hoy los plazos están vencidos y la casa, que también molesta la visual de los vecinos, es demolida sin que ninguna comisión o Ministerio se interese por salvar lo que debió ser conservado como Museo y monumento.
Como la casa de la Torre de los Panoramas de Julio Herrera y Reissig, dedicada a un innoble destino, ésta deberá desaparecer, conminados como están sus dueños por la Intendencia, a destruirla.
– Mi hermana no tiene consuelo. Nosotros tampoco….
– Porqué sienten tanto apego a una casa que se inunda y llueve?
– No sé, si fuéramos distintos, si fuéramos conservadores, vamos a decir así. Pero desde hace tiempo leímos todo lo que pudimos sobre la casa y Delmira Agustini….¿ te acuerdas?, ¿ y de aquel libro que conseguimos en la biblioteca ? Un libro de la señora Benvenuto….lo sacamos de la Biblioteca de Preparatorios, no?
– No, era de aquí de la biblioteca de Sayago….
Leyeron también el libro de Clara Silva. Capítulo Oriental, artículos periodísticos…
Me alcanzan una fotografía de Delmira que está sobre un mueble. Es el rostro mas sombrío y fulgurante de la vasta iconografía delmiriana, tomado en la misma semana de su muerte.
Estoy dialogando con los propietarios que no pudieron dejar que se consumara la destrucción sin que nos quedara algún testimonio de una pena y nostalgia que es de ellos y de todos los montevideanos.
– Vamos a dejar entero el muro de la balaustrada y la fuente, nos dice E. como defendiendo su derecho a recordar.
La casa tuvo su réquiem. La hemos recorrido con sus dueños, a la luz de una vela. Ya faltaban los marcos y las puertas, los pisos, los azulejos y aún guardaba su dignidad.
Al salir veo en la puerta el llamador de bronce.
– ¿Y este llamador? ¿Porqué no te quedas con él?
– No, es para Daniel Viglietti.
La ventana de Delmira, intacta, parecía tener todavía apresada en sus rejas las claves ( NdeR: no se entiende la palabra siguiente).
La Santa Rita, podada al ras tantas veces, se obstinaba en velar desde fuera la intimidad del dormitorio vacío y lo sagrado de tantos secretos.
Mercedes Ramírez, Semanario Marcha
Reflexiones personales sobre la lectura de este estupendo material
Ante todo el agradecimiento a la tarea de búsqueda de Edgardo, quien lejos del barrio – y del país – hace de la búsqueda y el rescate de la memoria una tarea permanente.
Creo que no solo aparece en la lectura una revalorización póstuma del bien perdido – la casa de la poetisa – sino que pone en su justo lugar a los propietarios de entonces, quienes lucharon hasta el fin contra esta fría-burocrática-insensible-antipatrimonial decisión de derruir una finca que debería ser sitio de peregrinaje de los amantes de la literatura y poesía nacional.

Una familia repartiendo noticias en Sayago, detrás, apenas visible, el balcón de la casa de Delmira Agustini.
Yo, hablo en primera persona, conocí la casa – no por dentro – tengo el gratísimo recuerdo – que dan los años – de ver el jardín, la fuente, los propietarios entrando y saliendo de la vivienda y ahora….me viene del fondo de mi mente: el recuerdo de haber entrado a la Tienda Ariel y Garzón con mi madre. Mi madre, dada a la costura, como era usual entonces, era clienta de Yussef y su hermano, propietarios del establecimiento.
Conste que cuando empecé a escribir esto aún no tenía aflorado el recuerdo de haber entrado allí….lo que es la memoria!!
Creo que este triste episodio, la destrucción del patrimonio, debe llevar consigo la lección de estar mas preocupados y atentos a defender lo nuestro, pues, una vez consumada la pérdida llegamos a la conclusión de que nadie fue responsable…..quien recuerda los nombres de los burócratas y jefes de turno?
Pido disculpas puesto que en algunas partes el pdf no me dejaba leer claramente algunas palabras y debí acudir a la nota indicándolo o a mi mejor interpretación de las palabras que se escondían….
Finalmente, luego de una árdua búsqueda en nuestros archivos de VillaSayago.Com, encontré una foto que Ángel Pérez nos envió desde Brasil; en ella aparece el clásico kiosco de periódicos, «el Tito» canillita de entonces y el propio Ángel, al estar ubicado en Ariel y Garzón, tenemos una vista sumamente parcial de la casa de Delmira, de su balcón – sin las Santa Rita ya- único, hasta que algún sayaguense nos envíe alguna otra foto, documento visible de esta construcción.
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Myriam, gracias por tus comentarios. Podrás conseguir con el nieto de Trabal alguna fotografía de la casa por aquellos años en que él la compró ?
Respecto a América Moro, qué vacío de información que tenemos, si sabes algo de ella sería buenísimo que nos lo hicieras llegar….gracias nuevamente.
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By: gabriel on 2 enero 2020
at 7:30 am
Virginia, feliz año nuevo!
Me llegaron estas fotos del link que pasas, pensaba publicarlas en unos días, gracias por tu mensaje.
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By: gabriel on 2 enero 2020
at 7:28 am
Juan, gracias por tu e mail y el deseo grandísimo de que mejores de tu enfermedad! Estamos todos contigo!!
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By: gabriel on 2 enero 2020
at 7:26 am
En este link, que paso se puede ver mas de la inauguración del espacio público.
http://montevideo.gub.uy/noticias/urbanismo-y-obras/una-fuente-con-historia
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By: Virginia Podestá on 1 enero 2020
at 7:09 pm
Hola buenas tardes. Hermoso texto
De la casa no tengo muchos recuerdos, solamente la fuente que aún existe y que por suerte este año la Intendencia, hizo alrededor de ella un espacio ajardinado para darle marco a la misma.
Se colocó un banco y una escultura de laminas de hierro verticales troqueladas con el nombre de las obras de Delmira.
De la tienda por la calle Ariel si tengo mas recuerdos ya que mi madre hacia compras y conocía a los propietarios.
De alguna forma con esta pequeña llegó un tardío pero merecido reconocimiento.
Saludos
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By: Virginia Podestá on 1 enero 2020
at 7:02 pm
Hola a todos l@s sayaguenses, que hermoso fin de año con este cierre, recuerdo vagamente la casa , lo q si está grabado en mi memoria es que para ir a la escuela 110 pasábamos entre la fuente y la casa hoy la Intendencia hizo una rampa como acceso al lugar, y la Santa Rita !!!, recien cuando estaba en 3ero supe la historia de Delmira, fue en un paseo por el barrio de la escuela, su fuerte historia, mujer transgresora, sus cosas que América Moro por suerte pudo rescatar, siempre me atrajeron las casas antiguas cerradas, cuanta historia, cuanta Vida hay dentro, con los años pude saber lo de la compra por parte de Trabal, conozco a uno de sus nietos y me lo contó, que Daniel Vigglieti vivió de joven allí, los Yuseff, no llegue a ver la merceria -tienda, ya estaban en el lugar nuevo, lo que mi mente no puede retener es el año de la demolición, quizás en mi cabeza sea la negación de perder algo con tanta carga de historia y de emoción, gracias por compartirla, feliz año para tod@s
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By: MyriamM Sánchez on 31 diciembre 2019
at 11:56 pm
Estimado: recién veo la última parte sobre el tema Delmira Agustna. Como capaz que no sabes que tengo cáncer, a veces se me pasan las cosas. Vi la foto y recordé que Rosario Gil Poloka publicó tres fotos sobre el tema. Te las adjunto. Abrazo Juan Alberto Castro Casal
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By: Juan Alberto Castro Casal on 30 diciembre 2019
at 4:11 am